TEATRO DEL HORROR.

EL PATIO DE LAS REPRESENTACIONES

Hoy están apagados los patios y me debo el regalo de toda una vida, en este reposorio terminal.

Sobre los damascos, en los pedregales, nadie a la caída del sol entrara por mi en los tuneles de la nada.
Los callejones por donde ayer fluyó mi sangre le deben desde muy lejos su sequedad a los ríos que alguna vez encantaran mi corazón enamorado, pero el resplandor y las penumbras nunca estuvieron donde la memoria los recuerda.
No me debo las mascaras hechas polvo si digo que cada mañana no era yo el que emergía desde el sueño, ni siquiera los poemas que he escrito y que ayer habitaron otros cuartos vacíos.
Tengo una deuda pendiente si negara que siempre estuve solo. Si me debiera algo no estaría en paz con mis fantasmas ni me dejaría colgar entre estos muros creo ni a la caza diera alcance esta alma mía fundida como un solo rostro con los ojos de la primera que se cruzo en mi camino simulando ser una desdichada.
Las piedras que hierven en mi sangre mañana serán un rio de lava las palabras cercenadas de mi cerebro sobre las que de regreso del Leteo cantara el silencio.