Friday, March 24, 2006



(Dedicada a Juan Poroto Varas)

La número “9”

Christian Palma
Santiago

Avanzaba el año 1985. Yo corría libre por las calles del Puerto de Chañaral, sin otra preocupación que ir a la escuela y bajar en las tardes con mis amigos del barrio a jugar a la pelota en la playa. A veces pasábamos a la Hostería del pueblo a mirar si había alguien famoso. Nunca vimos a nadie.
Cierto día cuando el sol y la brisa nortina quemaban nuestros cuerpos que se deslizaban por la arena detrás del balón, vimos llegar un bus que se estacionó al lado de nuestra improvisada cancha. De él empezaron a bajar señores con buzos deportivos, conos anaranjados, mallas con pelotas de fútbol y muchos jóvenes vestidos con una camiseta naranja y blanco.
Nosotros, que nunca vinos a nadie importante, éramos testigos privilegiados del entrenamiento del mismísimo Cobresal, equipo recién ascendido a Primera División y que contaba en sus filas con el uruguayo Acuña, el zurdo Franklin Lobos, Juan Osorio (el único minero que jugaba en el equipo), Ronald Fuentes (aún no era chilenita) y un flaco pelo largo que se confundía con los Rivera, Suazo, Jería, Poblete, Cofre, Rojas y Saglie que formaban la oncena titular del cuadro de El Salvador (a dos horas de Chañaral).
Ese flaco, según supe luego, era un tal Iván Zamorano cuya única gracia en esa tarde, era que saltaba más alto que todos y que en cada frentazo buscaba nuestras miradas y de premio recibía un bullicioso aplauso de la improvisada barra.
Horas más tarde, el bus partió y nosotros nos dirigimos a casa. Al pasar por la Hostería, uno de los nuestros se perdió, al regresar llegó mudo y se fue raudo.
Pasó el tiempo y a Cobresal llegaron Salgado y Martínez, quienes junto a Zamorano formaron una de las ofensivas más bravas del fútbol chileno. El flaco de pelo largo comenzó a pasarse rivales los cuales comenzaron a hablar con otro acento, mientras la barra celebraba los goles en otro idioma.
Justo diez años después Zamorano tocaba el cielo en el Real Madrid y mi amigo, el que se perdió esa tarde, me mostraba su mayor tesoro. Una década atrás, cuando todos seguíamos embobados por el encuentro con los jugadores, el “poroto” se metió al bus y agarró la primera camiseta que tuvo a la mano. La guardó por años hasta que decidió contar su historia. Era la número 9, la primera camiseta del ídolo, antes de Los Andes, Suiza, España, Italia y México. Antes de todo.
Ahora la mítica 9 espera tranquila a que el hijo de mi amigo crezca y se la ponga antes de bajar a la playa a jugar una pichanga a ‘pata pela’ en una arena que quema igual como hace 20 años.

5 Comments:

Blogger Lefraru said...

Muy linda historía, muchas veces pense en "tomar prestada" dicha camiseta.

Veo nuevamente como el pastelito de mi hermano posee mas historias que El Temucano...

Saludos desde la Patagonia Chilena
Rodrigo

28 March, 2006 12:56  
Blogger Christian said...

Vos sabis como es este weon, más famoso que el horacio

28 March, 2006 17:05  
Blogger Christian said...

Una vez el poroto se saco la chucha sólo, nadie le hizo nada y la Mely me fue a pintar los monos a mi...
POr esos días, otra vez se sacó la chucha en una bicicleta CIC que el weon tenía y salió la abuela a mirar, me vio a mi, y con la mirada me culpó..yo tampoco fuí.
El único que cachaba el mote y que no decía nada, pero me saludaba alegre cuando llegaba de Santiago, era el abuelo...Gran valor, de los de verdad de San Martín...
Nunca me dijo nada, porque cachaba al poroto y cachaba que yo no le hacia nada...Por eso, no entiendo la mala onda de este loco a veces, aunque ahora la relación ha mejorado...

24 May, 2006 16:14  
Blogger Christian said...

Una vez el poroto llevo 34 pitos hechos a un carrete, yo lo vi

24 May, 2006 16:15  
Blogger Christian said...

Eran las seis de la tarde de un sábado. Iba con mi mamá al terminal de buses pues me ven´ñia a Santiago y cerca de Oriel Flores ví al poroto, tambaleándose de unlado a otro, con el mismo chaleco de la foto...
Me dijo unas wevadas en un idioma que solo el conoce y se fue, ocultando la cara de la verguenza por mi madre que lo vio curao como tagua...
Pensé en lo feliz que se veía y más tarde reflexioné y vi el panteón cerca...
Tal vez me equivoque y yo muera más tarde...pero por ahora el camino de mi amigo se está pavimentando de pétales negros...

14 June, 2006 08:05  

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