(A mi hijo)
Los diez años del Sebastián
Christian Palma
Mi hijo Sebastián cumplió 10 años el pasado 7 de diciembre. El es un niño bueno, alejado de todo conflicto generado por el mundo de los adultos. Inocente de las diferencias que llevaron a sus padres a separarse. El sólo pide estar feliz con uno y con otro y que el tiempo que pasa con su papá sea aprovechado a concho, desde la pichanga en la plaza, hasta la hora de ponerse el pijama.
Reconozco que “ese tiempo juntos” siempre es escaso y que la justificación de que tengo mucha pega o que estoy cansado no valen para él, aunque lo calle. Aun así, me gustaría que esos días en que me lo llevo a casa fueran eternos y los domingos en la noche, cuando el “hasta en dos semanas más” parte el corazón de ambos, se acabaran definitivamente.
No conozco el número exacto pero deben ser varios cientos los padres solteros que pululan por el país al igual que yo y que van por la vida tratando de arrebatarle un par de días o por lo menos unas horas más a las visitas fijadas de buena manera con esa madre que ya no es tu pareja o judicialmente si el pololeo terminó en mala, como en la mayoría de los casos.
Generalmente las mamas solteras son la parte sufrida de la historia: Que tengo que criar a la guagua sola, que tuve que retrasar mi carrera, que eché a perder mi futuro, que no podré rearmar mi vida, que no encontraré nunca más una pareja. Nada más alejado de la realidad.
Pero, quién defiende a los papas -que si quieren estar juntos a sus hijos-, de las rabietas y cambios de humor de las madres que impiden las visitas con las excusas más inverosímiles, ya sea por el despecho que no acaba, porque su nuevo novio le pone mala cara o simplemente de puro mala onda.
Como es costumbre mi hijo Sebastián pasó su cumpleaños en la casa de su madre, con los hijos de los amigos de ella, con los familiares que llevan el mismo apellido que él escribe en segundo lugar. La costumbre dice que esa noche lo pasé a buscar tarde, para irnos a abrir los regalos de sus abuelos paternos, comer algo y acostarse.
Lo habitual también fue, al verlo dormir, que me volviera a preguntar cómo hemos sido como padres. La respuesta es clara, el sacrificio y esfuerzo de su madre es innegable, pero se compensa con el placer de levantarlo cada día para llevarlo a la escuela, consolarlo por esa pena del alma o darle un beso con cuento incluido cada noche. Para mi son sólo dos fines de semana al mes. Para ella, la vida.
Feliz cumpleaños hijo.
3 Comments:
Un abrazo a la distancia prima...Pronto irán más fotos para llevarte un poquito de Chile a tu segunda patria...
Te quiere Christian
Digo con orgullo, que la primera palabra que dijo mi hijo, fue Papá, aunque su madre diga lo contrario....
Digo con orgullo, que la primera palabra que dijo mi hijo, fue Papá, aunque su madre diga lo contrario....
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